jueves, 11 de octubre de 2012

Perfil


TRUMAN CAPOTE

Por José María Previgliano
En 1959 ocurre un crimen aparentemente inexplicable en un pequeño pueblo de Estados Unidos llamado Holcomb. Hasta allí llegan toda clase de personajes para develar el violento asesinato de un granjero y su familia: policías, investigadores privados, médicos forenses, periodistas. Entre los interesados por el misterioso suceso se encuentra un hombre pequeño, rubio, de más de cuarenta años, que insiste en que detrás del asesinato se esconde una historia compleja que la sociedad tiene que conocer. Acostumbrado a escribir novelas, en este caso se dedica durante un año a recorrer los alrededores de la escena del crimen, recopilar información y registrar los diálogos que entabla con más de cien personas, entre ellas, vecinos, familiares y amigos de las víctimas. Siete años más tarde, con el crimen ya resuelto por las autoridades policiales, el resultado de esa investigación se transforma en “A sangre fría”, la novela que convertirá a este pequeño hombre en uno de los padres del nuevo periodismo.
Truman Streckfus Persons, más conocido como Truman Capote, nace el 30 de septiembre de 1925 en Nueva Orleans, Estados Unidos. En la adolescencia descubre su interés por la escritura y empieza a publicar cuentos en algunas revistas populares con tan sólo diecisiete años. Pero además de sus ficciones, para ese entonces ya empieza a disfrazar de novela un escándalo social de su entorno que le parece muy atractivo. Un tiempo después es contratado por una importante revista norteamericana y así conoce el oficio de periodista que lo acerca al reportaje de investigación. De esa manera completa el currículum variopinto que se reflejará en la nueva corriente periodística que inaugura. 
Truman Capote no conoce límites. La variedad de técnicas literarias de las que se vale para escribir sus obras le sirven para mantener un dominio estilístico y emocional sobre el material con el que trabaja. Según él, “con el reportaje no se pueden lograr las profundidades inmediatas que pueden lograrse en la literatura novelística. Sin embargo, una de las razones que me han movido a escribir reportajes es la de probar que podía aplicar mi estilo a las realidades del periodismo”.
Precisamente, el estilo de Truman Capote está íntimamente relacionado con su personalidad. Sólo un hombre con una cabeza fría, dura y deliberada puede mantener cierta distancia y reflexionar apasionadamente, pero a su vez con cautela, acerca de una historia como la que Capote relata en “A sangre fría”. “Tengo que agotar la emoción antes de sentirme lo suficientemente clínico para analizarla y proyectarla, y por lo que a mí se refiere, ésa es una de las leyes de la adquisición de una verdadera técnica”, declara el escritor en una entrevista.
Obsesivo tanto en su gramática como en los pormenores de la vida de cada uno de los personajes de “A sangre fía”, Capote no deja pasar detalles. Su astucia de investigador le permite captar hasta la información más vaga que pueda guardar relación con el asunto principal que lo atrae. Pero para llegar a construir una novela de no ficción, combina su inteligencia periodística con una importante cuota de imaginación. La obra final no la concibe durante el trabajo de campo, sino recién acostado en un diván, con un cigarrillo o un café en una mano, y un lápiz negro en la otra. Así, Truman Capote se convierte en uno de los pioneros del magnífico complemento que tan sólo las eminencias pueden lograr entre la literatura y la investigación periodística.  

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