jueves, 27 de septiembre de 2012

“Soy avaro del prestigio”

Hernán Casciari, el creador de Orsai, una revista sustentada íntegramente por sus lectores, cuenta cómo es construir un medio sin traicionarse.
Por Fernanda Ibañez
Su morral está en la mesa y escucha atento mientras arma un cigarrillo. Sesea sutilmente, está a mitad de camino entre el acento español y el castellano argentino, mezcla el voseo con un “güí fi”, como le dicen allá. Hernán Casciari es el escritor y editor de Orsai, una revista creada con una premisa: “Nadie en el medio”. Entre sus páginas no hay publicidad y son los propios lectores los que la distribuyen por toda Hispanoamérica.
Un solo click en “registrar” en una página para crear un weblog -allá por el año 2004, cuando apenas surgían las bitácoras virtuales- desembocó en un proyecto que hoy involucra a más de 6 mil suscriptores anuales, un bar en San Telmo y una editorial que plantea un reparto de ganancias del 50/ 50 con el autor de la obra.
Insiste en que nunca imaginó el éxito de “Más respeto, que soy tu madre”, una blogonovela que fue adaptada para el teatro por Antonio Gasalla y desde hace varios años presenta en la cartelera de la calle Corrientes. Orsai es su segundo proyecto en Internet y se embarca junto con Christian “Chiri” Basilis, su amigo de la infancia, en la construcción de una revista sin precedentes.
- ¿Qué se siente haber creado una comunidad de lectores?
Es muy loco, me voy enterando que organizan reuniones para recibir la revista, que se juntan a leer las notas en voz alta, hay gente que me cuenta que se conoció por Orsai y se ha casado. Hasta hay un perro en Uruguay que se llama Chiri y él no puede entenderlo.
- Estuviste en Uruguay hace poco en una reunión de lectores, ¿cómo fue esa experiencia?
Era un montón de gente, yo no quería dar una charla y habían puesto un micrófono entonces les dije que prefería charlar mesa por mesa. Ellos esperaban que dijera unas palabras, estaban un poco tímidos al principio. Cuando uno hizo una pregunta se rompió el hielo y comenzamos a charlar todos, eramos una bocha, estuvimos como tres horas. Cuando vengo acá, los lectores tienen más confianza. En otros países les resulta un poco más difícil romper esa barrera pero después está todo bien.
- ¿Orsai tiene un acercamiento al público muy diferente a los medios tradicionales?
Tenemos una foto de cada uno de los que compran la revista. En la revista 10 van a estar las 6 mil fotos de los suscriptores. No creo que haya algún medio gráfico que pueda poner la foto de cada una de las personas que compran durante un año y eso es comunicación directa. Es muy loco que exista eso. Además, es muy probable que nosotros hayamos hablado por e-mail con la mayoría y eso también es comunicación directa. Supongo que va a ser más habitual en el futuro.
Casciari vive hace 10 años junto a su familia en Sant Celoni, un pequeño pueblo catalán. Asegura que sale de su casa únicamente para cruzar el Atlántico y que prefiere quedarse a escribir antes de entablar una conversación con un español.“Soy un tipo muy ermitaño y anti social para algunos. No me gusta caretearla, se me complica mucho eso”, afirma. Sin embargo, se lo ve relajado y sonriente recorriendo el hotel boutique de San Telmo que tomó prestado como su hogar.
- ¿Para quién escribís? ¿Sos muy consciente de eso?
Siempre, todo lo que hago, lo hago mirando para acá. Escribo para mis amigos, para que se diviertan un poco y de una manera natural. De los 20 a los 30 hice una literatura de mierda porque quería ser inteligente, supongo que es algo por lo que hay que pasar. Yo leo eso, lo poquito que no quemé, y era muy pretencioso.
- ¿Cuándo encontraste tu estilo?
Cuando estuve seguro de que nunca iba a ser escritor, cuando me dejó de importar. Empecé a escribir en un blog algo que es anti literatura, escribía sobre el precio de las pizzas de Coto y yo venía de tratar de escribir literatura latinoamericana. Había ganado un premio por un cuento que no había nada menos mío que ese cuento. Quería ser inteligente, un García Márquez. Escribir en internet para Chiri y cuatro más, era como un “ya está, no voy a ser escritor” y eso fue una liberación. Antes hablaba el estúpido ese que no era yo y a partir del bog hablé desde un lugar que me resultaba cómodo, divertido. Nunca me había divertido escribiendo, durante 10 años había fingido que me divertía porque sospechaba que me daba chapa. Eran letritas porque sí.
Describe a Orsai como una universidad a la que asiste todos los días, comete errores y aprende a trabajar con periodistas e ilustradores a los que siempre admiró. “Hacer la revista es lo más divertido que hay, nunca me divertí tanto trabajando”, afirma y se define como un editor perfeccionista y obsesivo.
- ¿Qué es lo que tiene de especial Orsai?
Somos una revista de literatura, hay miles, pero lo que tenemos de diferente es cómo la comunicamos inicialmente. La manera en la que dijimos cómo íbamos a hacer las cosas fue de tal forma que después cada persona que lo había leído lo quiso contar a sus amigos. Fue el momento preciso para dar vuelta todo porque, te juro por dios, que me enojaba mucho con El País, La Nación y la editorial. No me gustaba cómo funcionaba, cómo me trataban, el marketing y la distribución era mala. Después pensé que no tenían la culpa, al final eran mis libros y tenía que hacerme cargo yo y no esa gente.
El número de Orsai lanzado a los suscriptores en el último mes incluye “la última entrevista” del Indio Solari, según las propias declaraciones de la figurita difícil y codiciada por el gran público amante del rock nacional. Sin embargo, el cantante despertó una polémica que circuló por los medios al asegurar que no se sentía reflejado objetivamente en la entrevista y que no coincidía con la postura del periodista que lo describió como un “bon vivant”.
- ¿Cómo repercutió en tu proyecto las declaraciones del Indio Solari?
Yo boqueo mucho con que no re imprimimos, que no me importa lo económico pero nunca habíamos tenido una prueba, una tentación. Tuvimos tanta visibilidad que si lo hacíamos teníamos toda la plata necesaria para seguir la revista el año que viene. Me llamaron de los canillitas para inundar la Argentina con esa revista. Te ponés a hacer números y sabés que tenés un año entero asegurado.
Una cosa es boquear y otra que te caiga la tentación. Fue una pruebita para mí, para mantenerme firme en lo que digo. Nuestro capital es el prestigio, dejó de ser la guita. Así como hay muchos que son avaros del dinero, yo soy avaro del prestigio. No voy a cometer cierta clase de errores. Me encanta ser talibán.                                                                                  

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