Recuerden que deben traer los avances de sus revistas si es posible con el esquema y sumario terminado, incluso, si tienen, alguna nota.
Saludos, Clarisa.
Es un espacio de encuentro de alumnos de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires para compartir relatos periodísticos, y no tanto, que nos permitan describir y descubrir el mundo que nos rodea.
viernes, 28 de septiembre de 2012
LA INTERCULTURALIDAD: UNA BÚSQUEDA INCESANTE POR ENCONTRAR NUESTROS ORÍGENES
El feriado del 12 de octubre suele encender viejas
discusiones sobre un conflicto que sigue siendo actual: ¿fue un encuentro entre
culturas o la destrucción de la propia? De un lado, están aquellos quienes
proponen celebrar el día, para conmemorar el encuentro de culturas que produjo
la llegada de los españoles a América en 1492. Contrarios a esa opinión, los
defensores de los pobladores originarios insisten en que celebrar esta fecha es
rendirle honor a uno de los mayores genocidios que se haya vivido en la
historia de la humanidad.
Por María Eva Carfagnani
La experta en relaciones internacionles y actual
colaboradora del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), Marta Chavero, habla
sobre este tema y sobre cómo se vive la problemática y la lucha por los
derechos de los pueblos originarios en Argentina. Chavero se incorporó
recientemente al “Equipo Pueblos Originarios” dentro de la organización
presidida por el premio nobel de la paz Adolfo Perez Esquivel, y actualmente
coordina el taller anual de Interculturalidad que se realiza cadda año.
El taller de Interculturalidad tiene como tema principial
la defensa y lucha por lo derechos de los pueblos originarios. ¿En qué consiste el concepto interculturalidad para
ustedes?
Se refiere a la interacción entre el pueblo y grupos
étnicos en un marco de respeto y reconocimiento a la otra cultura. En ese
sentido estamos hablando de convivir y de respetar. Lo que no se concibe en la
interculutralidad es que una cultura esté encima de la otra. Estamos partiendo
de una equidad de oportunidades, de transmitir lo que el otro tiene y convivir
con ello. Básicamente es convivencia entre culturas.
Los pueblos indígenas, cada uno tiene su propio bagaje
cultural: idiomas, tradición, valores diferentes a los otros pueblos. Y en ese
sentido nace nuestro concepto de Interculturalidad, porque los pueblos
indígenas han sido invisibilizados y no tratados como se debe en su valor
cultural y de raíces. ¿Qué nos compete a nosotros los argentinos? Verificar
cuáles son esas raíces, promoverlas y revitalizarlas.
El objetivo del taller sería entonces reinvidicar las
raíces de nuestra población. ¿Qué papel
juegan actualmente los pueblos originarios para la Argentina?
Es un conjunto de elementos, una idiosincracia. No caben
esas palabras de que no tenemos identidad cultural. Lo que pasa es que
desgraciadamente los pueblos indígenas desde siempre se han visto
invisibilizados y discriminados y hay otra palabra que yo agregaría: la
indiferencia. Porque los vemos en muchas manifestaciones culturales, los vemos
y lo que queremos es una foto con ellos pero no hay políticas culturales,
sociales en beneficio de estos pueblos. Digamos que ahora sí hay un lucha que
es a través de organizaciones de pueblos indígenas. Pero hay mucho trabajo
pendiente.
¿Cuál es la relación con el gobierno
provincial y nacional?
(Respira profudamente y se toma su
tiempo para contestar)Es difícil responder. Se puede decir que se han mantenido
las mismas exigencias con este gobierno que con los anteriores. Es innegable
que se han conseguido muchas cosas, pero no creo que sea por la acción del
gobierno, sino por la lucha de los Pueblos Originarios y las organizaciones que
los acompañamos. Es cierto, que este gobierno ha respondido a varias demandas
pero para nosotros se debe a que hay un nivel más alto de oganización, y no a
que este gobierno atiende la causa indígena más que otros. Por ejemplo, se
viene trabajando en materia educativa, se suman docentes bilingües, pero los contenidos
de estudio no cambian. Entonces en algunas escuelas se enseña en idioma
autóctono la historia de los los “blancos”, pero no hay contenidos sobre la
propia historia, la de de nuestros pueblos.
El Taller busca la educación y la discusión sobre la temática
indígena, pero en él participan docentes, estudiantes universitarios, persona
adultas. ¿Cuáles son las reformas que se están buscando en el rol de la
educación a nivel escolar?
Yo diría que básicamente el sistema educativo tiene que
influir más. Conocemos de otras culturas, la Maya, los Incas, los Aztecas. Pero
no conocemos de nuestros propios pueblos. ¿Quiénes conocen de estas culturas?
¿Qué nos enseña el sistema educativo sobre estas culturas? Hay que reformular
la currícula e introducir estos temas.
En la actualidad se habla de inlusión, ¿en la cotidianeidad
qué se podría hacer en los hogareS?
Que se quite la indiferencia, que haya un reconocimiento,
una revalorización. Que no los veamos como algo folcrórico, como una
exhibición. Existe una población indígena que tiene que ser parte de nuestra
cotidianeidad. Hay que trabjar mucho con el sistema educativo, con las casas de
las cultura de cada provincia, que son las brindan más oportunidades a estos
pueblos para realizar sus propias iniciativas.
Las diferencias que hay en nuestro país no solo vienen
propiciadas por las clases sociales, o por los extranjeros, sino que tenemos en
Argentina muchas comunidades, que tienen su autonomía cultural y sigue habiendo
un desconocimiento profundo entre ellas. A veces hay faltas de respeto muy
grandes, ya sea por la lengua, por las costumbres, por lo que se le pide al
gobierno. El desconocimiento y la falta de respeto son elementos esenciales en
la lucha por la interculutralidad.
Y ¿por qué cuesta tanto? ¿Hay falta de tradición o de
educación?
Hay una tradición homogeneizadora, una tendencia histórica
que busca eso y así niega lass diferencias. Los conflictos lejanos son más
fáciles de manejar, mientras que los próximos nos incluyen y son más difíciles.
Por eso desde nuestra organización lo que intentamos difundir es la idea de que
la interculturalidad no es hablar de los otros sino de nosotros, revisar
nuestro bagaje cultural, y cómo nosotros nos vinculamos con los demás. Porque
la diversidad la construímos nosotros, sea en plan diferenciador o en plan
igualador. El punto de partida de cualqueir proyecto intercultural debe ser
interrogarnos a nosotros mismos, sobre nuestra identidad y nuestra relación con
los demás.
¿Cuál es su opinión sobre el Día del repesto a la
diversidad cultural?
Hay 35 pueblos distintos en Argentina actualmente. Hay que
ver y aceptar esta diversidad. Cada uno se viene organizando de distinto modo.
¿Cómo podemos aunar distintos pueblos originarios? Celebrar un solo día al año
el hecho de que tenemos varias culturas dentro de la propia, es como celebrar
el día de la madre: no es solo un día, es todos los días.
Lo que no hemos reconocido hasta ahora tampoco es sencillo
darlo vuelta de la noche a la mañana. Desde nuestra perspectiva, este día
también se puede tomar como un día de duelo, porque en lugar de un encuentro de
culturas, fue el inicio de un genocidio.
La ley de medios les ha brindado un espacio a los pueblos
originarios, ¿se ha podido aprovechar convenientement?
Las organizaciones indígenas propusieron una instancia para
el derecho a la comunicación y es un gran logro para los pueblos poder
expresarse en los medios. Lo ideal sería poder comunicarle a los argentinos que
un 56% de ellos tiene decendencia indígena,y estos datos los hemos tomado de
un un estudio del Conicet, que tomó en
cuenta a solo 12 provincias. Un 44% puede seguir apegado al dicho de que los
argentinos “han bajado de un barco”, pero eso significa seguir negando la
realidad. Si prestamos atención a las tonadas de Córdoba, Corrientes,
Salta,entre otras, es eminente la marca que aun tenemos de los pueblos
originarios hasta en nuestra forma de hablar.
¿Cuál sería un deseo para los próximo años?
(Marta se sonríe) Quien quiera estar en sus territorios que
lo pueda hacer, sin esperar la sentencia de desalojo. Que en las escuelas
puedan aprender su idioma, y que se les enseñe a los mayores, también.
Pensarnos en una Argentina distinta, una nueva sociedad que se acepte a sí
misma, que madure, retomando cosas negadas y olvidadas. Una Argentina
plurinacional, este tiempo es de lucha, de visibilización.
Entrevista al percusionista Luciano Larocca.
“QUE
SUENE LO MÁS BAILABLE POSIBLE”
El grupo de percusión La Bomba del Tiempo se
convirtió en un fenómeno sin precedentes en su rubro. Uno de sus músicos repasa
las claves del éxito y las características particulares de este ambicioso
proyecto musical.
Más o menos quince personas se juntan todos los
lunes, desde hace seis años, en Ciudad Cultural Konex para animar una fiesta.
Se ubican arriba de un escenario y mientras uno oficia de director, los demás
golpean con manos, palos y palitos, diferentes tipos de tambores. El ensamble
de esos sonidos basta para que cientos de personas no paren de moverse durante
todo el show al ritmo de la percusión.
Luciano Larocca es uno de los animadores de
este grupo que bautizaron como “La Bomba del Tiempo”. A través de sus palabras
nos acercamos a este fenómeno explosivo que todas las semanas le ofrece a la
Ciudad de Buenos Aires una fiesta imperdible.
¿Qué es la Bomba del Tiempo?
La Bomba del Tiempo es un grupo de percusión
que hace improvisación guiada por un sistema de señas, que inventó Santiago
Vázquez (el mentor de todo esto), basándose en otro sistema de señas que
utilizó para la música contemporánea un tipo que se llama Butch Morris, que es
de Estados Unidos. El sistema de señas se utiliza hace años, obviamente en la
música contemporánea, pero también en la música clásica.
Lo que hizo Butch Morris fue adaptar algunas cuestiones para poder improvisar,
para que las señas no solamente sean conducción de una partitura escrita, sino
que los músicos puedan, más o menos, proponer cosas. A partir de esto Santi
tuvo una idea, y con La Bomba fuimos adaptando unas señas que tenían más que
ver con la percusión, con el concepto de que sea más bailable, no que sea
música contemporánea.
Entonces ya desde el comienzo se pensó en un show que estimule
el baile…
En parte sí. Todos los que tocábamos percusión
desde antes de La Bomba sentíamos que estaba la percusión pero que faltaba el
baile, como el elemento de diálogo. Para mí, la percusión, el baile y el canto
son los tres elementos fundacionales de la música, o por lo menos de la
“percu”. Y van todos muy de la mano. En esos tres elementos yo veo que está
todo y en la Bomba el baile está a full. Ya desde los primeros ensayos Santi
nos decía: “chicos, hagamos que esto suene lo más bailable posible”. Y es un
espacio que la gente tomó pero que, en realidad, nosotros en ningún momento
propusimos. Sí decíamos: “bueno ahora vamos a tocar, así que párense”.
Simplemente le pedíamos a la gente que se pare. Y a partir de ahí cada uno
baila y hace la suya.
¿Considera que La Bomba es pionera de una movida de percusión
bailable en Buenos Aires?
Habría que ver si somos los pioneros o si somos
los únicos que lo hacemos. Qué se yo, me parece que hay una movida de percusión
en la Argentina que se viene dando hace un tiempo. Tal vez la Bomba fue un grupo
que colisionó ese movimiento de percusión que hubo en los 90, con un montón de
grupos que todavía están dando vueltas, como Choque Urbano, La Orquesta
amarilla, Kamaruko Percusión, La Chilinga. Son movidas de percusión muy
grandes, que vienen laburando más desde la música brasileña o desde la música
de la composición de la percusión. Lo cierto es que La Bomba es un grupo que
puede ser pionero, pero yo creo que representa más una movida que se viene
dando y que es una eclosión de todo eso, pero que a partir de ahora puede pasar
cualquier cosa.
Se escuchan muchas influencias rítmicas en los shows. ¿Cree que
La Bomba tiene un estilo propio?
Yo creo que lo estamos buscando. Hay como una
sonoridad medio bomba, porque no somos especialistas en ningún ritmo. Si nos
ponemos a tocar música de Brasil suena feo, si nos ponemos a tocar Chacarera
nos suena feo, por más que todos somos re folkloristas. Si nos ponemos a tocar
funk nos suena raro también. O sea que todo suena a la mitad. Lo que mejor nos
suena es cuando nos ponemos a improvisar y nos salen esos ritmos con un montón
de tambores que tienen una sonoridad particular. No sé si tenemos un estilo. No
podemos hablar de un estilo Bomba. Yo diría que más que nada hay estilos de
directores. Cada director tiene una forma de encarar el sonido y eso se escucha
mucho.
Tradicionalmente los tambores acompañan a una melodía. ¿Nunca
pensaron que el público se podía aburrir de tanta percusión?
Nunca pensamos que iba a pasar esto. Desde el
principio todos íbamos a ensayar con los músicos que nos tocó y eso ya era
increíble, porque son todos músicos de “Primera A”. Ya sonaba bien el hecho de
estar ahí. Era lindo decir “me voy a tocar con Carto Brandan que es el mejor
batero de jazz, con Mario Gusso, que en el folklore la tiene muerta, con
Mariano Cantero, que toca en Aca Seca, que es la banda pionera de folklore en
proyección”. Entonces pensaba que iba a ensayar con esos monos y que sea lo que
sea. Mucho no me importaba. Pero cuando tocábamos en vivo empezó a pasar que la
gente se divertía mirando. Era como mirar un partido de fútbol: había goles,
había cantos tribuneros, había cosas con la que la gente vibraba y ahí se fueron
adueñando de cosas. De repente parábamos de tocar un tema y uno empezaba a
aplaudir a un pulso determinado y eso se terminaba transformando en el pulso
del próximo tema.
Además de improvisar con la ayuda del público, ¿de qué otra
manera se inspiran para que la gente vibre con su música?
¡Con los pifies! (Risas). Nosotros grabamos un
disco en Niceto. Yo en ese momento tocaba la guancha, que es un instrumento que
compré en Bolivia que esta increíble, y en el primer tema del disco estaba
dirigiendo Santiago (Vázquez). En un momento nos hizo la seña de cortar, que es
como la de cortar el pescuezo, para que terminemos y yo me colgué. Y seguí de
largo y dije: “ya fue”. Si yo en ese momento paraba de tocar se iba a notar el
pifie. Así que seguí de largo como si nada y le sonreí al chabón como diciendo:
“no terminó hermano, no me cagués acá”. Y efectivamente quedó así en el disco.
Y es un pifie tremendo. Pero la gente en ese momento explotó. Se oyó un vacío
que dio lugar a la intervención del público que gritó, se copó y levantó más.
Nosotros siempre trabajamos el hecho de que si alguno sigue de largo o pasa
algo, la que va es la que es. Es más verdad eso que poner cara de pifie.
jueves, 27 de septiembre de 2012
“Soy avaro del prestigio”
Hernán Casciari, el creador de Orsai, una revista sustentada íntegramente por sus lectores, cuenta cómo es construir un medio sin traicionarse.
Por Fernanda Ibañez
Su morral está en la mesa y escucha atento mientras arma un cigarrillo. Sesea sutilmente, está a mitad de camino entre el acento español y el castellano argentino, mezcla el voseo con un “güí fi”, como le dicen allá. Hernán Casciari es el escritor y editor de Orsai, una revista creada con una premisa: “Nadie en el medio”. Entre sus páginas no hay publicidad y son los propios lectores los que la distribuyen por toda Hispanoamérica.
Un solo click en “registrar” en una página para crear un weblog -allá por el año 2004, cuando apenas surgían las bitácoras virtuales- desembocó en un proyecto que hoy involucra a más de 6 mil suscriptores anuales, un bar en San Telmo y una editorial que plantea un reparto de ganancias del 50/ 50 con el autor de la obra.
Insiste en que nunca imaginó el éxito de “Más respeto, que soy tu madre”, una blogonovela que fue adaptada para el teatro por Antonio Gasalla y desde hace varios años presenta en la cartelera de la calle Corrientes. Orsai es su segundo proyecto en Internet y se embarca junto con Christian “Chiri” Basilis, su amigo de la infancia, en la construcción de una revista sin precedentes.
- ¿Qué se siente haber creado una comunidad de lectores?
Es muy loco, me voy enterando que organizan reuniones para recibir la revista, que se juntan a leer las notas en voz alta, hay gente que me cuenta que se conoció por Orsai y se ha casado. Hasta hay un perro en Uruguay que se llama Chiri y él no puede entenderlo.
Es muy loco, me voy enterando que organizan reuniones para recibir la revista, que se juntan a leer las notas en voz alta, hay gente que me cuenta que se conoció por Orsai y se ha casado. Hasta hay un perro en Uruguay que se llama Chiri y él no puede entenderlo.
- Estuviste en Uruguay hace poco en una reunión de lectores, ¿cómo fue esa experiencia?
Era un montón de gente, yo no quería dar una charla y habían puesto un micrófono entonces les dije que prefería charlar mesa por mesa. Ellos esperaban que dijera unas palabras, estaban un poco tímidos al principio. Cuando uno hizo una pregunta se rompió el hielo y comenzamos a charlar todos, eramos una bocha, estuvimos como tres horas. Cuando vengo acá, los lectores tienen más confianza. En otros países les resulta un poco más difícil romper esa barrera pero después está todo bien.
Era un montón de gente, yo no quería dar una charla y habían puesto un micrófono entonces les dije que prefería charlar mesa por mesa. Ellos esperaban que dijera unas palabras, estaban un poco tímidos al principio. Cuando uno hizo una pregunta se rompió el hielo y comenzamos a charlar todos, eramos una bocha, estuvimos como tres horas. Cuando vengo acá, los lectores tienen más confianza. En otros países les resulta un poco más difícil romper esa barrera pero después está todo bien.
- ¿Orsai tiene un acercamiento al público muy diferente a los medios tradicionales?
Tenemos una foto de cada uno de los que compran la revista. En la revista 10 van a estar las 6 mil fotos de los suscriptores. No creo que haya algún medio gráfico que pueda poner la foto de cada una de las personas que compran durante un año y eso es comunicación directa. Es muy loco que exista eso. Además, es muy probable que nosotros hayamos hablado por e-mail con la mayoría y eso también es comunicación directa. Supongo que va a ser más habitual en el futuro.
Tenemos una foto de cada uno de los que compran la revista. En la revista 10 van a estar las 6 mil fotos de los suscriptores. No creo que haya algún medio gráfico que pueda poner la foto de cada una de las personas que compran durante un año y eso es comunicación directa. Es muy loco que exista eso. Además, es muy probable que nosotros hayamos hablado por e-mail con la mayoría y eso también es comunicación directa. Supongo que va a ser más habitual en el futuro.
Casciari vive hace 10 años junto a su familia en Sant Celoni, un pequeño pueblo catalán. Asegura que sale de su casa únicamente para cruzar el Atlántico y que prefiere quedarse a escribir antes de entablar una conversación con un español.“Soy un tipo muy ermitaño y anti social para algunos. No me gusta caretearla, se me complica mucho eso”, afirma. Sin embargo, se lo ve relajado y sonriente recorriendo el hotel boutique de San Telmo que tomó prestado como su hogar.
- ¿Para quién escribís? ¿Sos muy consciente de eso?
Siempre, todo lo que hago, lo hago mirando para acá. Escribo para mis amigos, para que se diviertan un poco y de una manera natural. De los 20 a los 30 hice una literatura de mierda porque quería ser inteligente, supongo que es algo por lo que hay que pasar. Yo leo eso, lo poquito que no quemé, y era muy pretencioso.
Siempre, todo lo que hago, lo hago mirando para acá. Escribo para mis amigos, para que se diviertan un poco y de una manera natural. De los 20 a los 30 hice una literatura de mierda porque quería ser inteligente, supongo que es algo por lo que hay que pasar. Yo leo eso, lo poquito que no quemé, y era muy pretencioso.
- ¿Cuándo encontraste tu estilo?
Cuando estuve seguro de que nunca iba a ser escritor, cuando me dejó de importar. Empecé a escribir en un blog algo que es anti literatura, escribía sobre el precio de las pizzas de Coto y yo venía de tratar de escribir literatura latinoamericana. Había ganado un premio por un cuento que no había nada menos mío que ese cuento. Quería ser inteligente, un García Márquez. Escribir en internet para Chiri y cuatro más, era como un “ya está, no voy a ser escritor” y eso fue una liberación. Antes hablaba el estúpido ese que no era yo y a partir del bog hablé desde un lugar que me resultaba cómodo, divertido. Nunca me había divertido escribiendo, durante 10 años había fingido que me divertía porque sospechaba que me daba chapa. Eran letritas porque sí.
Cuando estuve seguro de que nunca iba a ser escritor, cuando me dejó de importar. Empecé a escribir en un blog algo que es anti literatura, escribía sobre el precio de las pizzas de Coto y yo venía de tratar de escribir literatura latinoamericana. Había ganado un premio por un cuento que no había nada menos mío que ese cuento. Quería ser inteligente, un García Márquez. Escribir en internet para Chiri y cuatro más, era como un “ya está, no voy a ser escritor” y eso fue una liberación. Antes hablaba el estúpido ese que no era yo y a partir del bog hablé desde un lugar que me resultaba cómodo, divertido. Nunca me había divertido escribiendo, durante 10 años había fingido que me divertía porque sospechaba que me daba chapa. Eran letritas porque sí.
Describe a Orsai como una universidad a la que asiste todos los días, comete errores y aprende a trabajar con periodistas e ilustradores a los que siempre admiró. “Hacer la revista es lo más divertido que hay, nunca me divertí tanto trabajando”, afirma y se define como un editor perfeccionista y obsesivo.
- ¿Qué es lo que tiene de especial Orsai?
Somos una revista de literatura, hay miles, pero lo que tenemos de diferente es cómo la comunicamos inicialmente. La manera en la que dijimos cómo íbamos a hacer las cosas fue de tal forma que después cada persona que lo había leído lo quiso contar a sus amigos. Fue el momento preciso para dar vuelta todo porque, te juro por dios, que me enojaba mucho con El País, La Nación y la editorial. No me gustaba cómo funcionaba, cómo me trataban, el marketing y la distribución era mala. Después pensé que no tenían la culpa, al final eran mis libros y tenía que hacerme cargo yo y no esa gente.
Somos una revista de literatura, hay miles, pero lo que tenemos de diferente es cómo la comunicamos inicialmente. La manera en la que dijimos cómo íbamos a hacer las cosas fue de tal forma que después cada persona que lo había leído lo quiso contar a sus amigos. Fue el momento preciso para dar vuelta todo porque, te juro por dios, que me enojaba mucho con El País, La Nación y la editorial. No me gustaba cómo funcionaba, cómo me trataban, el marketing y la distribución era mala. Después pensé que no tenían la culpa, al final eran mis libros y tenía que hacerme cargo yo y no esa gente.
El número de Orsai lanzado a los suscriptores en el último mes incluye “la última entrevista” del Indio Solari, según las propias declaraciones de la figurita difícil y codiciada por el gran público amante del rock nacional. Sin embargo, el cantante despertó una polémica que circuló por los medios al asegurar que no se sentía reflejado objetivamente en la entrevista y que no coincidía con la postura del periodista que lo describió como un “bon vivant”.
- ¿Cómo repercutió en tu proyecto las declaraciones del Indio Solari?
Yo boqueo mucho con que no re imprimimos, que no me importa lo económico pero nunca habíamos tenido una prueba, una tentación. Tuvimos tanta visibilidad que si lo hacíamos teníamos toda la plata necesaria para seguir la revista el año que viene. Me llamaron de los canillitas para inundar la Argentina con esa revista. Te ponés a hacer números y sabés que tenés un año entero asegurado.
Yo boqueo mucho con que no re imprimimos, que no me importa lo económico pero nunca habíamos tenido una prueba, una tentación. Tuvimos tanta visibilidad que si lo hacíamos teníamos toda la plata necesaria para seguir la revista el año que viene. Me llamaron de los canillitas para inundar la Argentina con esa revista. Te ponés a hacer números y sabés que tenés un año entero asegurado.
Una cosa es boquear y otra que te caiga la tentación. Fue una pruebita para mí, para mantenerme firme en lo que digo. Nuestro capital es el prestigio, dejó de ser la guita. Así como hay muchos que son avaros del dinero, yo soy avaro del prestigio. No voy a cometer cierta clase de errores. Me encanta ser talibán.
“La Iglesia Católica no es la única homofóbica”
Por Matías Pérez Ibarguren
Oscar Miñarro representa una
visión autocrítica dentro de la Iglesia Católica. Sacerdote de una parroquia de
Merlo, descubrió su vocación en su vínculo con un grupo de obreros de la
fábrica en la que trabajaba cuando era joven. Según él, las religiones “hemos adormecido a la gente y la hemos
domesticado en su vínculo con Dios”. Habla del rol actual de la religión,
advierte el fenómeno de las iglesias evangelistas diciendo que “no es una
superación del catolicismo, es un adoctrinamiento peor todavía con una fachada
de aplausos y de participación” y se opone a la posición del episcopado
argentino con respecto a la reforma del código civil.
¿Qué potencialidad ves en la
religión, en la fe, en la creencia como para trabajar desde ahí?
Yo veo mucha. El problema grande es que las religiones en general se
fueron encerrando muy en si mismas y fueron cuidando más la parte dogmática, el
cuidado de las tradiciones, el cuidado de lo celebrativo, las formas por sobre
el verdadero sentido que tiene lo religioso. Estos días estaba leyendo una cosa
muy interesante acerca de la historia de las religiones: antes que se generen
las grandes ciudades los seres humanos tenían necesidad de lo religioso pero no
tenían necesidad de la religión. Había un vínculo directo con Dios. Después,
cuando fueron surgiendo, las grandes religiones se encargaron de administrar
esa relación, ese vínculo de la gente con Dios. Entonces hemos como adormecido
a la gente y la hemos domesticado en su vínculo con Dios de esa manera. Yo
estoy totalmente en desacuerdo con ese estilo de religión. Yo trabajo mucho con
una religión que muestre más que nada un vínculo con Dios que ayude a pensar
qué quiero para mi vida, que no tengo que resignarme a los sufrimientos, a una
vida chata, que humanamente me merezco un montón de cosas. Me parece que lo
religioso tiene que acompañar muchas veces algunos procesos liberadores que
tienen que ver con esto que yo le llamo el sentido de la vida.
¿Qué lugar tiene en vos la
duda?
Para mi no existen las certezas. Yo voy haciendo camino. Y las certezas
a veces son pequeñas. Yo personalmente no tengo duda de la existencia de Dios,
tengo dudas de cómo se manifiesta a veces, es muy misterioso. A medida que
pasan los años lo encuentro más misterioso, o es la palabra que encuentro para
expresar lo que es Dios. Me gustaría que fuese mucho más claro a veces. No
podés pensar en Dios sin el hombre como no podés pensar el hombre sin la
trascendencia, después vos le ponés el nombre que quieras, yo le llamo Dios.
Como los dos nos vamos haciendo, cuando yo digo en qué Dios creo también me
tengo que preguntar en qué hombre creo. Cuando vos a mi me preguntás si yo dudo
de Dios, también me tengo que preguntar ¿dudo del hombre? Según el Dios en el
que yo crea es el hombre en el que creo. Si creo en un Dios que resuelve todo
por mí, estoy creyendo en un hombre esclavizado y sumiso que tiene que estar
dependiendo.
¿Es pesimista tu mirada con
respecto al rol actual de las religiones?
Mmm… qué difícil… sí, soy pesimista (ríe). Soy pesimista en dos
sentidos: los templos cada vez van a estar más vacíos en la medida que muestren
a un Dios lejano. Y los templos cada vez van a estar más llenos en la medida en
que presenten un Dios que manipula a la gente como si fuesen títeres.
¿Va a estar más lleno?
Sí, porque así como hay mucha gente que está buscando abrir su mente,
abrir nuevos caminos, buscando ser forjadores de su historia y de la historia,
hay mucha gente que le mete miedo esto y lo que tiene el tema de las religiones
es que son muy manipuladoras de la conciencia. Entonces es más fácil que te
digan qué hacer a que alguien te pregunte “¿vos qué creés que tenés que hacer?”.
Las iglesias evangélicas, por ejemplo, que están muy llenas. Hay mucha gente
que cree que es un fracaso del catolicismo, pero tampoco es una superación del
catolicismo, es un adoctrinamiento peor todavía con una fachada de aplausos y
de participación. Me preocupa porque también hay una mirada muy economicista de
la cuestión: cuanto más aportás, Dios más te va a dar.
Yendo a una cuestión un poco
más coyuntural, ¿Vos estás en contra de la posición del presidente del
episcopado argentino de oponerse a las modificaciones del código civil?
En el modo en que lo hace sí. Después hay cosas que me generan duda. La
otra vez escuché alguien que hacía un silogismo un poco tramposo. Decía: lo
civil es distinto a lo religioso. Y después decía que lo civil tiene que ver
con lo técnico-científico. Pero por
ejemplo con el tema de los embriones, estás en un teme filosófico, no meramente
científico. Yo creo que si nos planteamos la pregunta de cuándo un embrión
tiene vida, estás en un tema filosófico. Lo que podemos plantear es que en
filosofía no existe una verdad absoluta. Que lo que existe son preguntas que
generan distintas respuestas y que todas pueden ser aceptables en la medida que
la justifiques. Pero ¿quién puede decir si el embrión tiene vida o no? Yo creo
que ni el religioso ni el científico, queda en una cosa muy compleja.
Por ejemplo con el tema del
matrimonio igualitario con el cual la jerarquía de la Iglesia se opone, desde
este lugar en que decís que las leyes no tienen que ser prohibitivas, ¿vos
estás a favor de que se avance en legalizar esto?
Sí, estoy a favor. Además, si yo digo que no se promulgue el matrimonio
igualitario, ¿va a dejar de existir por eso? No, va a existir igual. Entonces,
si existe la situación, ¿no tengo que favorecer que esa situación sea de
dignidad para las personas que la están viviendo? ¿Que favorezcan una inserción
mayor en toda la sociedad? Y yo, como Iglesia, ¿no puedo hacer sentir también
que Dios acompaña esa situación?
Arancedo se opone diciendo
que el matrimonio debe ser entre dos sexos diferentes por la complementariedad
natural del hombre y la mujer…
Si él hace un planteo filosófico es comprensible desde lo filosófico.
Puedo estar o no estar de acuerdo, pero si yo me pongo en la misma posición
rígida estoy siendo igual que él. El riesgo de estas discusiones es la
intolerancia en general. Yo culpo a Arancedo de intolerante y lo lleno de
epítetos descalificativos que muestran mi intolerancia. En esas cosas no
negocio: si soy tolerante soy tolerante, y si no, no. Es otro pensamiento
distinto, justificado. Lo que no acepto es que ese pensamiento se imponga para
todos.
En ese sentido podríamos
decir que se está avanzando en grados de tolerancia porque, por ejemplo, se
reconoce el derecho a casarse a personas del mismo sexo…
Si, claro… Yo he charlado con muchas personas que me han venido a
manifestar su homosexualidad y algunos con dolor, con preocupación, con
incomprensión socio-religiosa. Porque a la hora de ser realistas, ¿la Iglesia sola es la única
homofóbica? ¿O si vos viajás en el
Sarmiento y decís que sos homosexual te van a aplaudir y te van a felicitar?
¿La tele es abierta o todavía se siguen riendo de los que son afeminados? Y
cuando vas de viaje de egresados, ¿no hay uno que siempre se termina vistiendo
de mujer como cosa graciosa? Entonces me parece que por un lado es lo que se va
avanzando en materia de leyes y otra cosa que es muy importante es la
concientización en general de la sociedad que falta bastante… como incorporación
cultural me parece que vamos en camino, pero es un proceso que va a llevar
mucho tiempo.
Una casona inesperada en San Telmo
“CUALQUIER VERDURA ES UNA EXCUSA PARA DIVERTIRNOS Y
COMPARTIRLO CON EL MUNDO”
Por María Cecilia Cartoceti
Violeta
Brenman, co-fundadora de la tienda Cualquier Verdura, explica la dinámica de un
espacio cambiante e indefinido por elección de sus dueños. Ya sea ropa o una
heladera roja, un objeto kitsch o retro, todo está a la venta.
Una mujer pequeña observa a través de anteojos grandes y estilizados. Es
Violeta Brenman, diseñadora industrial de la Universidad de Buenos Aires que,
junto a su hermano Esteban, hizo de una casa de 1892 una tienda excéntrica y
personal: Cualquier Verdura. Se trata de un proyecto en San Telmo que reúne
piezas, misceláneas y remite a una visión particular sobre el diseño y la
funcionalidad de los objetos. Mate en mano, Violeta comparte anécdotas.
¿Cómo surgió Cualquier
Verdura?
Abrimos en agosto de 2007, pero para explicarte tengo que volver en el
tiempo hasta el 2005. Estaba cursando la última materia en la facultad y
trabajaba con mi hermano en un taller que quedaba en lo de mis viejos. Nos
juntábamos a crear objetos no necesariamente útiles a partir de computadoras
viejas. A veces, solo las desarmábamos. Así, nos dimos cuenta de que teníamos
ganas de poner un local, de seguir trabajando juntos y de lo divertido que es
encontrar cosas.
Pero, ¿crearon algún objeto
que les haya hecho pensar en este local? De desarmar y armar computadoras a una
casa-tienda hay una gran distancia.
Sí, pero Cualquier Verdura no surgió de algo material, sino de ese
vínculo que se generó entre nosotros. De todos modos, no nos imaginábamos esto.
Cualquier Verdura, como es hoy, nació al encontrarnos con esta casa, ver su
potencial y las posibilidades que teníamos.
¿Qué imaginaban cuando
pensaban en su local?
Mi hermano y yo pensábamos en un salón grande que iba a tener cajones de
verduras con distintas piezas de todo tipo. Pensábamos en una balanza hermosa
para vender al peso, no sé, muñequitos. De ahí viene el nombre Cualquier
Verdura.
¿De qué manera esta
propiedad los condujo, de aquella idea primaria, a la tienda que tienen hoy?
Al principio, la casa estaba muy deteriorada y necesitaba mucho trabajo
de restauración. Por su antigüedad, estaba protegida y había cosas que no se
podían modificar. Nosotros estábamos de acuerdo con esa disposición. Nos dimos
cuenta de que la casa debía seguir siendo una casa antes que un local porque es
hermosa y tiene una estructura especial.
Los objetos, entonces, se tenían que relacionar con la propiedad y
disponerse de acuerdo con su contexto. Además, ese orden particular era un
permiso para mezclar estilos y tipos de piezas. Hoy uno ve los productos muy
ordenados y cuidados, y tiene la sensación de que todo es muy costoso. En
realidad, hay piezas baratas y otras que no lo son. Eso depende de la calidad y
del stock del producto.
Si los objetos se relacionan
con la casa, ¿qué pasa cuando se llevan algo muy relevante en un ambiente?
Al principio nos generaba un poco de angustia. Después nos dimos cuenta
de que aquello nos permitía cambiar la estética de una habitación y reacomodar
los objetos. Para nosotros es bueno poder ofrecer cosas nuevas. Para el cliente
es bueno encontrarse con productos distintos.
Las piezas, además, se
relacionan con las personas. ¿Qué dicen esos objetos de ustedes?
No sé, es una pregunta difícil. Para mí, destacan nuestro sentido del
humor, de la apreciación por el producto bien hecho y por el buen diseño. Esos
son atributos que pueden estar hasta en una baratija.
Entre los ‘50 y los ‘70, Argentina tuvo una producción industrial
interesante y con un nivel de diseño muy bueno. En perfumería encontré matrices
increíbles para, por ejemplo, un talco de niños que salía ¡nada! Ese nivel de
industrialización permitía hacer productos híper complejos y masivos. En los ‘80
se cerró la importación de juguetes y se fabricaron bizarreadas muy interesantes.
¿Por ejemplo?
Todos esos juguetes imitación de Playmobil,
los Playthings y los PlastiBoys que vendemos acá. Además, hay
productos actuales que son juguetes y, en parte, esculturas coleccionables.
Muestran que los adultos también compran cosas porque les gustan, más allá de
su utilidad.
Entonces, ¿qué dicen los
objetos de sus nuevos dueños?
Muchos de nuestros clientes son diseñadores, fotógrafos, artistas. Ellos
eligen lo que les gusta y no tanto lo que dicta la moda. Nosotros buscamos que
alguien llegue y se enamore de un producto porque es distintivo.
Me llaman la atención las
etiquetas de las piezas. ¿Tienen algo que ver con ese carácter distintivo de
alguna de ellas?
Tiene que ver con una necesidad de ser sinceros con los clientes. No nos
interesa vender algo que es nuevo como si fuera algo antiguo. Las etiquetas
amarillas marcan que algo es viejo y las blancas, que algo es nuevo.
Hay productos con etiquetas
naranja, ¿cuál es su particularidad?
Se trata de objetos que nos gustan mucho y queremos que se queden, por
eso les ponemos precios altos y les avisamos a los clientes a través de esa
etiqueta naranja. Puede ser que no estén de acuerdo con el costo, pero no
dejaríamos ir al producto por menos. En definitiva, el costo es irrelevante,
pero tengo que explicar porqué un lápiz cuesta cinco pesos y una Sheaffer original, en su caja, vale 100
veces más.
Vi que toman fotos de los compradores
de esos productos especiales. Hay una de un hombre con un porta-rollo de papel
higiénico con radio, ¿puede ser?
Sí, se lo llevó un francés. Estaba en su caja, impecable. Lo más
gracioso es que dos años después encontramos un producto muy similar pero que,
en vez de tener una radio, venía con un dock
para iPod. El producto era de Hong
Kong pero estaba destinado a Estados Unidos, o algo así.
¿Dónde encuentran esos
objetos?
Ahora mucha gente nos ofrece productos y ya no salimos tanto a buscar.
Pero antes recorríamos barrios y locales con dueños tan antiguos como las cosas
que nos interesaban.
Había un local en Luis Viale y otra calle que no recuerdo, en Villa
Crespo, que era una perfumería y un bazar. Vimos un par de cosas de plástico en
vidriera que nos gustaron y entonces entramos a preguntar. Al final, pasamos al
depósito a revolver cajas. Eran cosas que ya no se vendían: una polvera, una
taza.
Somos más activos compradores cuando viajamos. Traemos latitas,
lámparas, veladores, cosas así.
¿Tienen algún criterio
particular de selección?
Lo particular es que lo elegimos nosotros. Nos tiene que gustar y
sorprender.
Pero, ¿por qué comprar cosas
tan únicas para venderlas en lugar de conservarlas?
La verdad es que nunca fuimos coleccionistas. Yo guardo papelería, no
objetos. Me enamoro momentáneamente de ellos, los disfruto, les saco fotos, los
prendo y apago. Lo que a mi hermano y a mí nos gusta y divierte es elegir,
encontrar algo especial y comprar.
Cualquier Verdura es un espacio
difícil de clasificar, ¿cómo lo definirías?
La estructura y la forma en que hicimos las cosas hacen que el local sea
autosustentable, pero no es un negocio. No buscamos que nos de grandes
ganancias. Vender es poder comprar. Cuando un producto muy bueno se va, decimos
“qué pena que se va, pero qué suerte que puedo renovar”.
En definitiva, Cualquier Verdura es un espacio lúdico que nos permite
comprar cosas, organizar eventos, invitar a la gente. Sí, es una tienda. Sí, todo
lo podes comprar. No es un museo. Es una casona antigua, pero no se parece a
una propiedad de ese momento. Para nosotros, Cualquier Verdura es una excusa
para divertirnos y poder compartirlo con el mundo exterior.
sábado, 8 de septiembre de 2012
Lunes 10 de septimbre
A la comisión 34 recuerdo que deben intentar escribir un perfil de 3000 caracteres, el ejemplo que puse es más cercano al nuevo periodismo, puede ser también con menos color...
A la comisión 35, a quienes debí dejar antes, les recuerdo que tienen que traer ejemplos de Perfil.
Saludos y hasta mañana.
Clarisa.
A la comisión 35, a quienes debí dejar antes, les recuerdo que tienen que traer ejemplos de Perfil.
Saludos y hasta mañana.
Clarisa.
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