martes, 26 de junio de 2012

Divididos íntimo, en Flores



Por Javier Esteves
Como un burrito sencillo que va solito al corral en busca de ese amo bueno que le da libertad, tres mil personas vibraron ayer con Divididos, en dos jornadas a pura distorsión en el Teatro de Flores. La histórica banda liderada por Ricardo Mollo y  Diego Arnedo, sacó a relucir su chapa de aplanadora del rock frente a un público que se dejó llevar por un paseo sonoro de más de 20 años de carrera.

  En la fría noche de Buenos Aires, cientos de jóvenes ansiosos buscaban abrigo en el barrio de flores, que los esperaba tranquilo para darles una noche con muchas emociones. Desde temprano, las calles se adornaron con carteles, banderas y remeras alusivas. Las esquinas se transformaron en puntos de encuentro, y los bares se atestaron de fanáticos que cantaban, bebían y recordaban historias que los hacían protagonistas. Relatos que los llevaban a la emoción y que les hacían recordar, que ese mismo barrio había sido testigo del debut de Divididos, en un show sin repercusión, en el bar Rouge de Flores, el 10 de junio de 1988. Hoy, a 24 años de aquella presentación, el marco cambió. El bar Rouge ya no existe, muchos de esos adolecentes pasaron los 30 años y asisten a los recitales  acompañados de sus hijos, y Divididos, hace tiempo que dejó de ser esa incipiente banda decantada de lo que fue Sumo para consolidarse como una de las agrupaciones más importantes del rock argentino.

  En una puesta inmejorable y con toda la concurrencia pronta a acomodarse dentro del Teatro, las luces del lugar se apagaron y minutos después de las 21 el telón se abrió para que los tres músicos se presentaran en el escenario. El primero en posicionarse fue el joven baterista Catriel Ciavarella, atrás le siguió Diego Arnedo, enfundando su bajo y segundos más tarde, entre gritos, aplausos y las primeras notas que ya ejecutaban sus compañeros, apareció Ricardo Mollo con su clásica guitarra Gibson SG listo y preparado para comenzar con los primeros acordes de “Mimoso a Marzo”, tema al cual le pegaron una seguidilla eléctrica de viejos hits como, “Azulejo” y “Paisano de Hurlingham”.

  Tras un inicio atronador, lejos de detenerse la banda siguió agitando a sus fanáticos  con canciones de su último trabajo, Amapola del 66, álbum editado en marzo de 2010, que presentaron en un memorable show al aire libre en Tilcara, provincia de Jujuy. De aquel material, pudo escucharse lo que fuera su primer corte de difusión, “Hombre en U”, en suma a “Buscando un Ángel”, “Mantecoso”, “Amapola del 66” y un emotivo “Perro funk” dedicado a su perro y a todos las mascota de los presentes.  

  Llegando a la mitad del concierto, y a modo de respiro, los músicos tomaron asiento para dar paso a un set acústico, cuyo inicio se vio interrumpido por un niño, que en brazos de su padre, le gritó a Ricardo Mollo que era su cumpleaños, por lo que el músico lo saludó y le regaló la correa de su guitarra. Luego de las reverencia dieron paso a la toma acústica, que tuvo su punto más alto en el cover de Atahualpa Yupanqui, “El Arriero”.

  La velada siguió a puro ritmo, y la tranq1uilidad folclórica se vio adulterada por una catarata eléctrica con clásicos como “El 38”, “Sábado” y “Aladelta”. Por otro lado, antes de encarar la recta final del recital, hubo más tiempo para covers y dedicatorias con un emotivo homenaje a Luis Alberto Spinetta y a Pappo, de quienes tocaron “Despiértate Nena” de Spinetta y “Sucio y desprolijo” del Carpo.

  Luego de los tributos a los ídolos, todo hacía pensar que la noche expiraba y que el momento de la retirada estaba a punto de llegar. Pero no, la banda siguió tocando y culminó su show a puro volumen con “Paraguay”, “Acariciando lo Áspero”, “Spaguetti del Rock” y un cierre épico recordando los tiempos de Sumo con el “Ojo blindado”. Música, distorsión, comunión y rocanrol. Eso es Divididos, y eso es lo que se vivió este fin de semana en el Teatro de Flores.

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