martes, 26 de octubre de 2010

Tomémoslo en serio

Por Lucila Parera (Comisión 34)
Frente a un semicírculo de treinta personas sentadas en bancos de universidad una chica despliega un afiche y se dispone a presentar la clase. No se escucha demasiado, los autos que pasan a pocos metros por Avenida Ángel Gallardo se hacen oír y se mezclan con las voces de quienes forman otros tres grupos. La chica habla cada vez más fuerte pero a ninguno de sus compañeros parece interesarle la lógica del montaje discursivo.
El frío se hace sentir y contrariamente a lo que podría pensarse, sigue llegando más y más gente. También se hacen presentes las cámaras, las camionetas con antenas satelitales y los noteros que, separados unos de otros por no más de 2 metros, comienzan a repetir una oración casi idéntica. “Los estudiantes de la facultad de Ciencias Sociales de la UBA cortan Avenida Corrientes en reclamo por mayor presupuesto y mejoras edilicias”. A veces con dos palabras más, otras con tres menos, el mismo discurso sin grandes variaciones.
Joaquín se levanta muy enojado de una de las clases públicas, “el tipo nos acaba de decir que no va a tomar los parciales hasta que esto se normalice, que podemos perder el cuatrimestre ¿yo qué culpa tengo?”. No todos están de acuerdo con la toma y el ambiente es cada vez más tenso. Mariela, representante del Partido Obrero intercepta a Joaquín en su camino hacia la parada del colectivo, intenta darle un papel donde se explica el conflicto estudiantil y recibe a cambio un “no”, una mala cara y un “ustedes me tienen podrido”.
Pero Mariela está acostumbrada, “siempre nos dicen cosas, cuando pasamos por las clases recibimos miles de críticas, pero si después gracias a la lucha logramos algo positivo, ellos también lo disfrutan”. Gira sobre su eje y enseguida encuentra alguien más a quien darle un volante, “no importa si es o no compañero de la facultad, lo importante es que todo el mundo se entere de lo que pasa, yo les doy el flyer a todos”. Parece que la clave está en difundir, en hacerse oír, ¿cómo explicar sino que haya una persona hablando por megáfono constantemente?.
Las cámaras enfocan el poutpurrí comunicacional, mientras los noteros administran los testimonios. Muchos estudiantes se amontonan para contar su realidad, quieren que la sociedad se entere del reclamo, que “alguien haga algo” como dice Lucía, estudiante de Ciencia Política, ante el micrófono de América 24. Mientras tanto los que no tienen “pasta de locutor” se dedican a escribir sin importar la superficie: telas, papeles, calles, se llenan de frases de lucha. Nunca falta la imagen del Che ni el color rojo, amalgama perfecta para dar a entender que se busca el cambio, la revolución.
Se termina otra jornada de clases públicas, un profesor tira una frase al aire y deja a todos reflexionando: “pensar que pedimos tan poco, pensar que sólo queremos lo básico y así y todo tenemos que tomar medidas extremas para que nos escuchen ¿Qué haríamos si se nos ocurriera exigir calefacción? Prefiero olvidarme de eso, presiento que terminaría mal”.

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