jueves, 21 de octubre de 2010

Las clases a la calle

Por Laura Catanzariti (Comisión 34)
“Facultad tomada y no vaciada”, es el lema de la toma que desde hace tres semanas se viene llevando a cabo en las tres sedes de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Por tal motivo, se vienen impulsando clases públicas para seguir con los contenidos de cada materia.
En la sede de Parque Centenario se pueden ver por la calle Ramos Mejía unas decenas de sillas agrupadas en grupos en forma circular. Cada círculo es una clase. Para organizarse mejor, los miembros del Centro de Estudiantes (CECSo) dispusieron unos afiches en la puerta de la casa de estudios, que indica qué clases se van a dar y en dónde. “¿Cuál es el área uno?”, preguntó una estudiante. “Están indicadas en los árboles” respondió uno de los encargados de la organización que con un micrófono anuncia donde está ubicada cada comisión, entre la multitud de estudiantes que se aglutinó frente a la puerta.
Se dividió toda la calle en seis áreas que están indicadas con un número pegado con un afiche en cada árbol. Además, había un esquema explicativo pegado en la puerta de la facultad.
“Las clases públicas están bastante organizadas, pese a tener que cursar en la calle y soportar el frío. El único problema son los ruidos molestos y hay que pedir silencio a las personas que se encuentran alrededor para poder escuchar al docente”, afirmó María, una estudiante de 21 años. Además expresó que “hay que estar todos los días chequeando los mails para ver si los profesores van a dar clase o si van a tomar los parciales, eso es bastante desgastante.”
Algunos docentes optaron por no dar clases en la calle, principalmente los días que llovió. Por tal motivo, muchas clases se dieron en los pasillos de la facultad y otras en los bares cercanos.
Pese a que muchos docentes dan las clases públicas, hay algunos otros que decidieron no brindarlas o dejar de darlas. Es el caso, por ejemplo, de la profesora María Rosa del Coto, titular de Semiótica II, que el martes pasado comunicó a sus alumnos mientras daba su clase en el pasillo del hall del segundo piso, que si la toma no se levantaba no seguiría dando clases. “No se puede trabajar en estas condiciones, y no estoy de acuerdo con esta medida de fuerza”, expresó.
Las polémicas sobre los que adhieren o no a la toma también llegaron a las redes sociales. En el Facebook del CECSo y el de la Facultad se pueden ver muchos comentarios a favor y en contra de la toma. Muchos alumnos sostienen por ese medio su disconformidad con la medida y se quejan porque temen que peligre el cuatrimestre. Sostienen, además, que no hay información sobre quiénes van a dar clase y que “no se puede obligar a un profesor a trabajar en la calle si no quiere.” Los que están a favor, contestan que todo fue decidido en las asambleas y que hay que exigir a los profesores que den las clases. Pero aún así, lo que están en contra afirman que con la toma “se está dividiendo a los estudiantes” y no están de acuerdo con los horarios de las asambleas, ya que no puede asistir la mayoría del estudiantado y por tal motivo, no es una herramienta legítima de decisión.

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