sábado, 19 de junio de 2010

MASIVA CONCURRIENCIA EN LOS FESTEJOS DEL BICENTENARIO

La Patria dijo “presente” en el Paseo del Bicentenario.
delegaciones de todo el país fueron protagonistas
de una fiesta llena de color. Cerraron la jornada,
músicos argentinos y latinoamericanos.

Por Antonella Orlando (Comisión 34)

En el subte las caras, las edades, las vestimentas son distintas. Pero la mayoría de los pasajeros coinciden en algo: llevan la escarapela en el pecho. No importa cómo es, redonda, cuadrada, pequeña o llamativa, nueva o vieja. Lo significativo es que todos esperan ansiosos que se abran las puertas en la estación “Avenida de Mayo”, para subir los tramos de escaleras que los separan de aquellos otros argentinos que arriba, están festejando el Bicentenario de la patria.
Una multitud disfrutó de las variadas ceremonias y actividades, que comenzaron el Sábado 22 por de la mañana. Una leve llovizna cayó durante la mayor parte de la jornada, como si el cielo quisiera reproducir las imágenes que los chicos tienen del Cabildo de Mayo. Parecía que nadie se quería perder de nada. La Avenida 9 de Julio era un gigante corredor, donde los colores celeste y blanco se destacaban entre la gente que caminaba, entusiasmada pero sin prisa, entre los distintos stands de las provincias y hacía largas colas para poder visitarlos. Los vendedores de banderas y escarapelas gritaban a voz pelada, el olor a garapiñada se mezclaba con la humedad del aire y los más ansiosos y curiosos iban y venían de las vallas, a la espera del comienzo de los desfiles. El clima festivo era compartido por todos: los abuelos orgullosos, llevaban de la mano a sus nietos disfrazados de época, parejas y grupos de amigos jóvenes se sacaban fotos con sus rostros pintados, a los extranjeros no le alcanzaban los ojos para mirar todo lo que sucedía simultáneamente a su alrededor.
El comienzo de los desfiles estuvo a cargo de las Fuerzas Armadas. Durante dos horas, varias delegaciones que agrupaban a cinco mil soldados hicieron su paso desde la Avenida Belgrano hasta la calle Corrientes. Los más pequeños miraban asombrados los caballos, les gritaban a los Granaderos y familias enteras se sacaban fotos con cadetes militares al final del recorrido. Se vivieron momentos emotivos durante el cierre cuando la banda del regimiento San Martín, tocó la marcha. El sonido de los trombones y las trompetas, ponía la piel de gallina. Le siguieron los veteranos de Malvinas, que con sus familias caminaban con lágrimas en los ojos. A su paso, la gente les brindaba aplausos cerrados.
Mientras se esperaba el inicio del desfile federal de las provincias, las personas recorrían el Paseo del Bicentenario de punta a rabo. Como si 200 años de historia hubiera sido necesarios, para que todos convivieran en armonía en el mismo lugar. La energía festiva se retroalimentaba a cada paso, dándole lugar también a la memoria: los pabellones de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo y el de Derechos Humanos, eran muy visitados. Dentro, había muestras fotográficas, líneas históricas, se proyectaban documentales sobre los últimos años oscuros de la Argentina. Una madre con sus dos hijos pequeños de la mano y un bebé en brazos, les señalaba las fotos en blanco y negro y decía: “¿Ves Marcelo? Estas son las Abuelas”.
A las 15 comenzó el desfile de las delegaciones. La primera que marchó por la 9 de Julio fue la provincia de Buenos Aires. A medida que transcurría el tiempo, más gente se acercaba a las vallas y gritar, vivar y aplaudir. Por primera vez en un acto patriótico, se pudo ver toda la historia y cultura de cada una de las provincias. El carnavalito de Catamarca, los sonidos de Jujuy, el cuarteto de Córdoba envolvían a la gente. Los encargados de cada delegación lloraban de emoción.
Cuando ya estaba oscureciendo, la delegación de Santa Fe le dio el broche final al desfile con la bandera más larga de mundo. 800 metros de felicidad, trabajo, emoción y esfuerzo. Como si la frase de Ernesto “Che” Guevara pintaba en una de las paredes del paseo le hiciera honor al momento cúlmine: “El revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor”. Julio un abuelo de 87 años, que lloraba al ver pasar la bandera santafecina, dijo “como dice la canción famosa de folclore: en esta pacha quiero vivir”.
En el cierre de la jornada, miles de personas se juntaron frente al escenario al Obelisco para finalizar la noche con música. León Gieco, Víctor Heredia, Pablo Milanés, entre otros, tocaron animados por el fervor de la gente que no se distinguía por banderas políticas ni partidarias. Heredia se emocionó cuando entonó “Todavía cantamos”. La gente, mientras pisaba papeles blancos y celestes se fue con los ecos de “Búsquenme, me encontrarás en el país de la libertad”. Patria, será hasta mañana.

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