jueves, 7 de agosto de 2008

“Una película no cambia a la sociedad”

Por Camilo Alves (Comisión 8)

Son las 19. Se ajustan los últimos detalles técnicos en el estudio de TV de la facultad de Ciencias Sociales, que hará las veces de auditorio. Mientras recibe una botella de agua, Pablo Reyero, el entrevistado, se muestra calmo y hasta se permite un chiste: “A esta hora preferiría un mate”. Los alumnos, devenidos en periodistas para esta ocasión, van ocupando sus lugares. Una vez acomodados, la profesora Clarisa Veiga rompe el hielo interrogando a Reyero acerca de su paso por la carrera de comunicación en la UBA. Luego de resaltar el valor teórico y sus posteriores utilidades en su trabajo, Reyero enfrenta las preguntas del alumnado.

¿Cómo fue su introducción en el ambiente cinematográfico viniendo de la UBA, que no se orienta específicamente al cine?
Bueno, es más difícil. Pero en mi caso particular tiene que ver más con una elección de donde pararme dentro de lo que es el medio audiovisual en Argentina, que es muy amplio, muy diverso y muy complejo. Yo ocupo dentro de ese medio un lugar más o menos marginal, por elección. Mi forma de hacer poco tiene que ver con la forma industrial de hacer cine. De todas formas, se valora la habilidad que uno se lleva de la UBA porque se sabe que no se incorpora en ningún otro lado.
¿Por qué eligió ocuparse de lo marginal en sus películas?
Tiene que ver con el lugar de donde yo vengo (Villa Gessel) y con la familia de donde yo vengo, una familia de clase baja. Yo vengo de un mundo vinculado a todo eso, me parece que es cotidiano a todos. En el fondo no me parece que es tan marginal, sino que son temas marginalizados. Y tanto el periodismo como el arte, en su esencia, tienen que ver con la búsqueda de la verdad, con develar lo que está oculto.
¿Cómo cree que puede ayudar a cambiar la sociedad esto de mostrar la verdad a través de tus films?
Una película no va a cambiar la sociedad ni va hacer una revolución. Ni una película ni una canción ni una nota periodística. Creo que hoy día, como está el mundo, la batalla es cultural. Es en el terreno de la cultura (o de las culturas) donde se disputa día a día intentar hacer de este mundo un lugar un poco mejor.
¿Qué opinión le merece el rótulo de “Creador del nuevo documental argentino” por parte de la prensa?
Ninguna. Los rótulos pesan más de lo que ayudan. Todo eso tiene que ver con necesidades de la crítica. El nuevo cine argentino era como el Boom y eso no es así. De hecho, hay “booms” cada cinco o diez años. Son definiciones que ayudan a objetivizar un movimiento que es mucho más complejo. No creo que haya un “nuevo cine argentino” ni un “nuevo documental argentino”. Hay raíces muy importantes a lo largo de la historia que demuestran que esto no es así.

Ante la pregunta acerca de si prefiere el cine documental o de ficción, Reyero es tajante: “Las dos cosas. Me gusta mucho el cruce. Todos los documentales tienen algo de ficción y las ficciones tienen algo de documental.”
Según el director, nunca tuvo que ceder ante ninguna presión comercial, aunque admite que es un camino mucho más lento hacer cine independiente. “Tiene sus pro y sus contras. Hacés sólo lo que querés hacer y cómo lo querés hacer pero a la vez te comés todos los obstáculos que pueda haber. Tuve propuestas para hacer cine industrial, pero hacer una película, que es algo que perdura, que sea buena o mala va a seguir estando ahí, me da miedo. No acepto propuestas de hacer algo sobre lo que no esté convencido internamente, porque no me saldría. Las tres o cuatro oportunidades que tuve de hacer una película por encargo con algo que no me interesaba, no acepté. Para desgracia de mi bolsillo (risas).”
Su próximo proyecto es una ficción. ¿Tiene alguna idea para un próximo documental?
Sí, ideas siempre hay. Por lo general, en este medio conviene tratar de tener dos o tres proyectos a la vez porque uno nunca sabe cuándo va a salir o si va a salir algo. Estoy empezando a desarrollar un nuevo proyecto de documental, por si se retrasa la ficción, que tiene que ver con una familia de campesinos militantes del Chaco que estuvieron escondidos cuatro años en el monte escapándose de la represión durante la última dictadura. Tuvieron dos hijos en el monte. A la nena la tuvieron que dar y terminó en un orfanato. Cinco o seis años después los familiares pudieron dar con ella y para que la tuviera un familiar mientras ellos estaban en el exilio.”Reyero finaliza recomendando al canal Encuentro como la mejor posibilidad para conseguir trabajo para los estudiantes de comunicación, además de contar los esfuerzos que hace desde su rol de asesor del área Cine de canal 7 para lograr transmitir películas infrecuentes en los rayos catódicos. Fiel a sus intereses, Reyero logra transmitir al público desde sus trabajos (fílmicos o no) un poco más de cultura y realidad.

No hay comentarios: